Patricia Colipe es enfermera hace 15 años, pero hace cuatro que desarrolla su labor en el hospital Pedro Moguillansky de Cipolletti. Lucha todos los días contra el COVID-19 y se detiene unos minutos para relatar su historia. Los momentos mas duros, el alivio por las restricciones y el eterno pedido para que la gente se siga cuidando.
Actualmente es jefa de Enfermería del servicio de Guardia y Emergencias del nosocomio. “La realidad de afuera no es la misma que estamos viviendo adentro y tampoco se compara con lo que pasó el año pasado”, comentó. Y ya ofreció un prime y crudo análisis.
“A veces pienso que estaría bueno filmar lo que se vive adentro, para concientizar y que nos entiendan. Porque cuando pedimos por favor que se cuiden, quedamos como los molestos”, enfatizó Patricia.
Relató que el momento “más difícil” es cuando las familias tienen llevar a un familiar a internación, sin saber si ésa será la última vez que lo ven. “Nos tocó vivir una situación en donde ingresaron madre e hija, ambas graves. Las dos solas, sin familiares, pero ninguna sabía de la otra. Ni una ni otra sabían que estaban internadas una habitación al lado de la otra, y las dos preocupadas por la integridad de cada una”.
“Cuando un paciente con COVID ingresa al hospital para recibir su atención observamos en su mirada que nos dicen ‘yo me cuidaba, yo hacía las cosas bien’. Muchas veces, los más jóvenes son los que quizás los contagiaron, y se consuelan diciendo ‘yo voy a estar bien’”, relató.
Como cada día desde que comenzó la pandemia, muchas veces tuvieron que recurrir a métodos nuevos para optimizar espacios y recursos para segur brindando calidad en la atención. Contó que incluso “tuvimos que poner a dos pacientes con un mismo oxígeno, cada uno con su máscara, pero en el mismo box”.
Por supuesto que, para luchar contra este virus, el grupo humano de hospitalarios tiene que estar preparado para cualquier eventualidad, y por eso Patricia destaca que su grupo “es seguro y trabaja bien”, incluso remarcó que hay compañeros que todavía no se han contagiado y eso es producto del cuidado y profesionalismo que mantienen tanto dentro como fuera del nosocomio: “Paseamos, literalmente, entre el COVID, pero los compañeros están fuertes y enteros, ya que es un grupo con mucha garra y corazón”.
Por otro lado, fue enfática al destacar que ingresan, en promedio, quince pacientes graves por día y subrayó que las restricciones produjeron “un respiro ya que la demanda en la guardia bajó, pero el COVID sigue”. Rogó a la población que se siga cuidando, para evitar que la curva se dispare.
Dentro de la guardia, luchando permanentemente para salvar vidas, los trabajadores y trabajadoras de salud se cobijan entre sí y en las únicas pausas que tienen “se cuentan chistes” y crean un ambiente más ameno, para transitar de mejor manera la situación que les toca vivir.
Patricia no se olvida de todo lo vivido y lo que vendrá. Pero sostiene que el hospital es “su lugar en el mundo”. Y recuerda que su hermano, que estuvo en el Ejército, me dijo que si hubiese habido una guerra “él estaría en la primera línea y que yo estaría angustiada, pero hoy hay una pandemia y me toca a mí estar en la primera línea porque estoy en salud. Por eso lo volvería a elegir, porque amo lo que hago”.