Un hombre de Cipolletti contrató a un carpintero para hacer una alacena y un bajo mesada a medida, pagó por adelantado pero se quedó sin los muebles. Supuestamente el trabajo tenía que estar concluido en diez días, aunque recibió evasivas y respuestas ambiguas. Esperó tres meses hasta que mandó una carta documento. Promovió un juicio y será resarcido.
Según surge del expediente civil, el carpintero prometió realizar el trabajo en poco tiempo. Pero las semanas transcurrieron y no aparecieron señales ni de la alacena, ni del bajo mesada. El dueño de la casa pagó por adelantado, a través de una transferencia electrónica. Entonces comenzó a hacerle reclamos vía Whatsapp: el carpintero le respondía de manera esquiva y ambigua.
Tres meses después le envió una carta documento y allí el trabajador le respondió que no iba a cumplir con la fabricación y entrega del mueble. Le ofreció la devolución del dinero pero en seis cuotas y sin ningún interés. Como no llegaron a un acuerdo, el damnificado promovió el juicio. La sentencia es de primera instancia y no está firme porque puede ser apelada. El resultado del fallo consideró el dinero desembolsado por el dueño de la casa, más todos los intereses y otra suma en concepto de daño moral, que son las afecciones al estado anímico.
La evidencia presentada, incluyó presupuestos, comprobantes de pago, intercambios de mensajes y una denuncia ante la Oficina Municipal de Información al Consumidor. También se realizó una pericia informática para corroborar la veracidad de los mensajes intercambiados y se pidieron informes bancarios.
El carpintero no se presentó al juicio civil, por lo que se declaró su rebeldía. “A partir de todo lo expuesto, y tras apreciar los hechos sobre la base de la situación procesal del demandado (en rebeldía) y sus efectos, junto con los demás elementos probatorios obrantes en la causa, puedo concluir que se encuentran acreditados los presupuestos fácticos de la pretensión”, surge de la sentencia.