Fueron varios años soportando las filtraciones del departamento de arriba. En vano la mujer le pedía a su vecino que arregle las cañerías, porque nunca obtenía respuestas. Las pérdidas de agua eran permanentes y los daños en el departamento de la señora se iban extendiendo por el cielorraso y las paredes. Por miedo a que resulten lastimadas por los desprendimientos de yeso, la mujer tuvo que pedir a sus nietas que ya no la visiten en su casa. Mientras tanto, crecía la tensión en la convivencia del núcleo del plan de viviendas de Roca y se esfumaban los gastos que la mujer hacía para tratar de reparar su casa, porque a cada arreglo sobrevenía una nueva filtración.El cielorraso desprendido, las manchas de filtraciones, el olor a humedad, el miedo a los desprendimientos y a sufrir problemas eléctricos, más la angustia de no lograr la empatía de su vecino para solucionar el problema, llevaron a la mujer a enviarle una carta documento para reclamarle el valor de los arreglos. A eso le siguió una audiencia de mediación, donde por primera vez el hombre aceptó que las pérdidas eran de su departamento y se comprometió a reparar los caños en 30 días. Pero finalmente no cumplió ni atendió más a los reclamos de su vecina.La mujer inició entonces una demanda civil por daños y perjuicios ante el Juzgado Civil N° 9 de Roca. Con la pericia que hizo un arquitecto, las fotos y el relato de vecinos y vecinas que fueron testigos de la situación, la titular del Juzgado condenó al responsable a pagar una indemnización de 135.000 pesos, que deberá sumarse a los intereses acumulados en los últimos años.Tras incumplir lo comprometido en la mediación, el hombre ya no respondió a ninguna citación judicial. No contestó la demanda para defenderse ni se presentó a las audiencias. Tampoco ofreció ninguna prueba. Por lo que luego de las notificaciones de rigor fue declarado en rebeldía y se dictó la sentencia en su contra.La inspección ocular del arquitecto permitió constatar el probable origen de las filtraciones, aunque el perito no pudo ingresar al departamento del demandado. De todos modos, desde afuera, pudo ver caños precariamente sujetos y acumulación de tierra y basura en la terraza del piso superior (que a su vez hace de techo de la habitación de la planta baja), que obstruye el escurrimiento natural de la lluvia. El experto pudo verificar también que el caño que cumplía la función de desagüe pluvial de la terraza era más pequeño que lo recomendado y además estaba obstruido.Dentro de la casa afectada, el perito describió que el cielorraso y las paredes de la cocina y de una habitación presentaban el “deterioro propio de una pérdida de agua constante, como son la pérdida del revoque, manchas en la pintura por la humedad, caída del yeso aplicado por el exceso de agua”.Los testimonios también fueron una valiosa prueba. Una vecina, por ejemplo, contó que estuvo presente “el día que corrió agua”. “Realmente parecía una catarata lo que salía de ahí”, describió.Por último la jueza valoró el “desinterés” del demandado en encontrar una solución y “los trastornos” que la situación ha causado a la mujer. También valoró dentro del daño moral que el mal estado de la casa hace evidente la “incomodidad para quien la habita” y reconoció la afectación anímica de la mujer por verse obligada a transitar un proceso judicial para tratar de solucionar el inconveniente.