El dulce de leche, la birome y el colectivo. Tres inventos que los argentinos ostentan en las mejores capitales del mundo, pero que en el caso del tercero, logró cubrir una necesidad masiva en los años que Buenos Aires era más tierra que asfalto.
El 24 de septiembre es el Día del Colectivero en Argentina. Simplemente porque en 1928 en esa fecha circuló lo que se consideró el primer transporte colectivo de la ciudad de Buenos Aires.
Pero lejos de ser una de las modernas unidades de hoy, algunas con aire acondicionado, cómodas butacas, calefacción, GPS, lectores de tarjetas magnéticas y un sinfín de accesorios que alivian el viaje diario de millones de usuarios diarios, los primeros fueron un derivado de la crisis económica que vivían los taxistas porteños.
Ahí, comenzaron a ofrecer viajes compartidos donde los pasajeros cubrían el costo del pasaje colectivamente, y los coches empezaban a cubrir trayectos preestablecidos a diferencia de los viajes normales.
No se puede definir cuál fue el primer recorrido fijo, pero estos taxis-colectivos comenzaron a sumar comodidades y a mutar su apariencia.
Primero cambiaron de pintura alejándose de los taxis, siendo de colores diferentes según el recorrido. Luego incorporaron carteles distintivos mostrando los nombres de las cooperativas y los destinos.
Así pasaron a adaptar las carrocerías que pasaron de autos a camioncitos, hasta llegar a los recordados Bedford, y los eternos Mercedes Benz 1114, que no eran más que camiones con carrocería para pasajeros.
Hoy es el día para que no solo se le diga el acostumbrado “buenos días” al subir al “bondi”, sino una palmadita de ánimo, que no le vendría nada mal.